jueves, 6 de agosto de 2009

La bala

Todo comienza cuando Mary sale despedida. El fuerte estruendo en sus oídos le dice que su velocidad supera la del sonido en esos momentos. Pum! Y fuera… El viento deformando sus facciones, su expresión asombrada. Inconscientemente, Mary pega sus brazos al tronco, lo vió en el circo, cuando asistía a la súbita aparición del hombre bala en el escenario, saliendo de la boca de un cañón. “Se hace así”, piensa ella también a la velocidad del sonido. Pero tampoco puede hacer otra cosa aunque lo intente, tanta es la velocidad. Sobrevuela campos de algodón, de trigo, interminables llanuras y suaves colinas. Al fondo, pero cada vez más cerca, se extiende la gran explanada, un octógono casi perfecto, brillante como una piedra preciosa. El campo de cristales… “Espero no caer allí” y se da un impulso imperceptible, esconde la cabeza para ganar aerodinámica y cierra los ojos para desafiar con todas sus fuerzas la ley de la gravedad, que le empieza a devolver hacia abajo, abajo, abajo… Me dicen que despegue los brazos y me coja a una nube. Así lo haré!