sábado, 16 de octubre de 2010

Hambre de atención

Burkina Faso (Foto: Jessica Dimmock)
Hambrientos de atención. Así viven 195 millones de niños en todo el mundo cada año, según Médicos sin Fronteras. En su campaña Hambrientos de atención, señala que la mayoría  de los actuales programas de ayuda alimenticia a los países en desarrollo apenas combinan cereales fortalecidos de maíz y soja que, aunque alivian el hambre, no alimentan a un niño pequeño correctamente. La ONG pone en evidencia, así, la doble moral de los donantes internacionales, que llenan (no siempre) sus estómagos, pero no tienen en cuenta las auténticas necesidades nutricionales de niños y bebés.

   No es un acontecimiento mediático, no desplaza a la zona cientos de periodistas ni abre ni cierra telediarios, ni siquiera es información de relleno. La mirada social, que hasta un chimpancé podría manipularla con los conocimientos adecuados, no llega a desviarse del objetivo porque, en realidad, nunca lo ha tenido enfocado. Hoy, Día Mundial de la Alimentación, la situación es más esperpéntica si cabe.

   Alguien tendría que meter el miedo en el cuerpo a los mercados que todo lo rigen y decirles que, de continuar así la cosa, estos niños malnutridos hoy ponen en jaque el sistema capitalista que les venera. De mayores, nuestros niños invisibles carecerán de recursos y no serán capaces de entender ni valorar la avalancha de productos sobrantes de todo tipo con que pensamos invadir sus estanterías para mantener nuestro nivel de vida. Y nosotros también seremos invisibles para ellos. Aunque involuntaria, esa será su venganza.