martes, 12 de octubre de 2010

Delgaditos

La crisis llega a la cesta de la compra básica y la venta de alimentos cae por primera vez, no ya en valor, que lo había hecho antes por la guerra de precios desatada con la irrupción de las marcas blancas, sino también en volumen. Al empacho por la macrobiótica dieta de noticias, pronósticos, opiniones y lamentos venidos de todas partes, se ha añadido la fritanga financiera y política que el consumidor medio ha tragado en los últimos (¿dos años ya…?). Y, con el estómago lleno de esas bilis, se impone el ayuno para purificar el cuerpo de tanta toxina.
   No hay una dieta generalizada, como no hay dos cuerpos iguales. Y, al igual que en los regímenes, no existen los milagros, aunque la moderación, también aquí, se erige como la más saludable y económicamente positiva de las salidas. No se trata de pasar hambre por ahora, que ya vendrá si no se sale de ésta hasta 2016 como pronostican muchos eruditos que antes callaron mientras saltaban las básculas. La cuestión es ganar unos agujeros a ese cinturón que tanto aprieta a muchos, demasiados ya.