jueves, 9 de septiembre de 2010

¿Por qué lo llaman reforma cuando quieren decir sexo?

El Gobierno acaba de aprobar la reforma laboral. Se abre así un nuevo mundo de posibilidades, hasta ahora inexplorado, para que economistas, responsables de recursos humanos y abogados de empresa, entre otras profesiones de futuro, inicien el camino de la tangente y eludan necesarios cambios de rumbo. “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”, decían los romanos. Siglos más tarde, nuestros patricios remasterizan el concepto: Si quieres empleo, prepárate para el despido. Arde Roma. Porque con la reforma, nos jodemos todos: erradican el sexo de las carreteras comarcales y lugares públicos y lo reubican en la letra pequeña del BOE.

   Coincidiendo sospechosamente en el tiempo con esta sexy poción mágica que nos hará más fuertes, dosificada a puñados por aprendices de brujo, aparece el Informe de Competitividad Global, elaborado por el Foro Económico Mundial, que no es más que un grupo de economistas coordinados por Xavier Sala i Martín, declarado amigo de Esperanza Aguirre, fervoroso defensor del libre mercado y conocido daltónico a la hora de elegir chaqueta en los eventos del Barça. El estudio confirma que España sigue su inagotable escalada hacia las más altas cotas de la miseria y se coloca en el puesto 42 de 139 países, con 4,49 puntos, inmediatamente detrás de Puerto Rico y por delante de Barbados. Por supuesto, el informe destaca “la alta inflexibilidad del mercado laboral” como una de las causas de la caída. El caribeño puesto, nueve menos que el año pasado, tiene en cuenta el tamaño del mercado, la política económica, las infraestructuras, la inversión en innovación o el mercado laboral.

   Nada se dice en el sesudo informe de Bhután, un pequeño país entre las montañas del Himalaya, donde los designios se rigen por el índice de Felicidad Nacional Bruta (FNB). Ajeno al libre mercado (sólo exporta una pequeña parte de su inagotable energía hidráulica a sus vecinos India y China para preservar sus recursos naturales), Buthan crece el 8,5% anual gracias a un turismo exclusivo (propiciado por un control férreo de las entradas al país) y a sus reservas naturales. Hace un año, saltó la alarma porque la tala de árboles jóvenes para colocar banderas de oración estaba haciendo mella en la Felicidad Nacional Bruta. La alternativa ha sido sembrar bambú. Los bhutaneses, allá en el Himalaya, no tienen motivos para ser infelices...  A nosotros, aquí en este Caribe con tantos árboles quemados...