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Tal día  como hoy, hace 50 años, los neoyorquinos asistieron en sus butacas a  una de las escenas más inquietantes de la historia del cine de suspense.  Norman Bates (Anthony Perkins) se ensañaba sobre Marion Crane (Janet  Leigh), con una kitsch cortina de baño como cómplice. Un stacatto  in crescendo de violines por cada cuchillada y  un fluir de chocolate espeso a modo de sangre se clavaban en los oídos y  la retina del espectador. Psicosis cumple hoy 50 años, pero se mantiene  joven como nunca. La Leigh, ajena a lo que le venía encima, limpiaba su  cuerpo en una ducha reparadora sobre unas baldosas resbaladizas.  Perkins, al dictado ciego de una madre posesiva y manipuladora con  oscuros intereses, se preparaba para el ataque mortal. En la versión  actual, también kitsch por lo tosca, y a todo color para más realismo,  los protagonistas bien podrían ser el “señor trabajador” en el papel de  Marion Crane, estas marionetas que rigen nuestra política como el mismísimo Norman  Bates, la banca y las grandes finanzas en el papel de esa madre  putrefacta y el mundial de fútbol en el papel de la cortina que no nos deja ver que viene el lobo y a la que  todos nos agarramos, aunque sin mucho éxito. (Una autoreflexión: ¿Estaré "psicótica" o me lo parece?)