viernes, 15 de octubre de 2010

Nada que esperar

Escribo hoy con premura, con la misma que Gerardo Díaz Ferrán debe estar preparando las maletas para volver a su deprimido grupo empresarial y no menos que la que deben tener en los infiernos preparando su suite.

   ¿Qué añadir a lo dicho ya por los sindicatos ante su “desvergüenza”? “Impresentable, caciquil”… Pues que es ruín, despreciable, mezquino, avaricioso y, consecuencia de todo ello, mentiroso. Pero Díaz Ferran no defrauda porque tampoco se esperaba más del presidente de Air Comet y Viajes Marsans. Hasta hace no tanto tiempo, cuando aún bebíamos de las mieles de la prosperidad y antes de que la Comisión Europea propusiera ampliar la jornada laboral a 65 horas semanales (a razón de 11 al día, de lunes a viernes y otras 10 el sábado), desde el norte de Europa venía una brisa que abogaba por reducir la jornada para ganar calidad de vida y conseguir el pleno empleo. La propuesta, a la vista está, no ha hecho ancla en el poder político ni económico.

   Este catedrático de la villanía, de bajos modales y malas intenciones, ejemplifica a la perfección la soberbia y la prepotencia del poder. En esas esferas los amigos se quedan por el camino y sólo acompañan los intereses. La cuestión es qué oculta en la manga este heredero de la España más negra y retrógada, este fundamentalista neoliberal si sólo ver lo que sale a la luz es, de por sí, nauseabundo.

Me niego a poner una imagen de Gerardo Díaz-Ferrán. Mejor esto porque a nosotros también nos han declarado la guerra.