El país de las sombras es territorio abonado para los cortos de miras, para los que ponen sus aspiraciones en el corto plazo y para aquellos ciegos, que nunca las van a ver venir. En el país de las sombras, no hay perfiles y cada objeto, cada intención, deseo, avatar se desdibuja confundiéndose en una mueca extraña con el resto. La estrategia competitiva, que propició años de bonanza en el pasado, se sustituye entonces con parches y los deseos zozobran en un mar negro y espeso.
En el país de las sombras, las cosas dejan de parecer lo que son y dejan de ser lo que parecen. Cuando llega ese momento, los empresarios, con el lícito objetivo de mantener su margen de beneficios, despiden a personas que han invertido tiempo y ganas en su proyecto y ahora, en las sombras, nadie ve el esfuerzo realizado por unos y otros. Al tiempo, pretenden que otras personas, hasta entonces también trabajadoras de otras empresas, a las que otros empresarios les han pagado con esa misma moneda, adquieran sus productos, bienes, ideas o servicios. Es la paradoja de las sombras.
En el país de las sombras, el miedo lo invade todo...
65 y coleando
Hace 4 años