Una crisis, por cierto, que no ha servido para “refundar” el capitalismo, como vaticinaban los soñadores, ni para encontrar nuevas fórmulas de crecimiento que sirvan para todos, como creyeron los idealistas. Al contrario, cualquier esperanza de cambio ha caído al ritmo de esta milonga, mientras se ha reforzado el mimo hacia la banca y la influyente, presionadora y aprisionadora gran empresa.
En España, donde se da por perdida la batalla del consumo interno, las 35 primeras empresas del país ya obtienen más de la mitad de sus ganancias del exterior, donde se han apresurado a huir ante la apatía nacional. Lógico, con un índice de paro del 20% y unas perspectivas nada halagüeñas para septiembre, cuando muchas pequeñas y medianas empresas confirmarán sus peores pronósticos y cerrarán el chiringuito.
Para ahuyentar esos malos espíritus, vuelve el autoengaño basado en unas cifras del todo nefastas maquilladas de verde esperanza. Y qué mejor para evitar ponerse manos a la obra que negar la realidad y perder la memoria histórica, hacer un nuevo sortilegio de recuperación económica para que aparezca el zombi de una bonanza que lo fue, pero con pies de barro, cuerpo de ladrillo y cabeza de turista low cost con sombrero mexicano.
Jackson Hole: presidentes de bancos centrales de todo el mundo, gurús y banqueros se han reunido allí este fin de semana para respirar. |