"Elefante dormido", en el jardín norte de Naciones Unidas, cada día más simbólico de los tiempos que "no corren" |
No hay que olvidar que más de mil millones de personas (150 millones más que dos años antes) cada día se van a dormir con hambre, mayoritariamente niños y mujeres, según Intermon-Oxfam. Y las promesas no alimentan, ni siquiera ya la esperanza. Muchos de los mandatarios y jefes de Estado reunidos estos días en Nueva York han olvidado porqué están allí, cómo llegaron e, incluso, olvidan el futuro al poco de que se les haya pronosticado. La fórmula de la Cumbre de objetivos para el Desarrollo del Milenio tampoco ayuda mucho al recuerdo, que se ejercita con la experiencia personal y el contacto directo. Monólogos ejemplarizantes contrarreloj se suceden a lo largo de las sesiones, a razón de entre 20 y 30 minutos por barba. Los presidentes de Honduras, Serbia, Turquía, Tajikistán, Noruega... incluso Tony Blair, como guinda a tanta disparidad, tienen hoy su momento de gloria en la capital del mundo. Los responsables de Níger y República Centroafricana hablan a primera y última hora del día, respectivamente, lejos de las horas punta. Hasta en eso son pobres.
Hagamos el esfuerzo de no olvidar que el tiempo se agota.