martes, 17 de agosto de 2010

Estamos de vacaciones

   Sí señor. Es agosto y estamos de vacaciones. Como Dios manda. Como se ha hecho siempre que llega agosto. Cogemos nuestros bártulos, miramos a última hora si el pasaporte está en regla, cerramos la maleta, la luz, el gas, el agua…, salimos y cerramos la puerta. Y guardamos bien las llaves porque no las necesitaremos durante largo tiempo, memorizando cada movimiento para volverlas a encontrar cuando volvamos. Al cabo de unos segundos, rebuscamos las llaves azarosamente y volvemos a entrar apresuradamente a por la cámara olvidada encima de la mesa. Y repetimos la última fase de la operación.

   Estaremos sin Internet, ni televisión, ni diarios, ni revistas,... nada que nos haga perder de vista nuestro firme propósito de evasión. Este verano, estaban previstos 86 millones de desplazamientos arriba y abajo, este y oeste. Desubicado, con una maleta como única posesión en esos días, el turista mira con ojos de niño y se admira de todo. En la ciudad, quien queda la redescubre semivacía, a cámara lenta, más silenciosa y vuelve también a ser un poco niño porque todo se ve más grande. Y se oyen las cigarras.

   Dentro de los edificios oficiales a las hormiguitas no les importa que sea agosto y siguen trabajando con minuciosa precisión para el invierno. Apenas se escucha un “en invierno se morirán de hambre” entre risitas mal contenidas y miradas furtivas. Los tecnócratas, que se mueven con soltura de reina entre la planificación, el cálculo y la estadística, juegan a sus anchas en este tablero de ajedrez donde los peones juegan y pierden.

Gracias Corto



Gracias Corto. Sabía que navegabas cerca. Hemos ganado la primera batalla.