Las familias y empresas españolas debemos más del 57% de lo que tenemos ahorrado a bancos, cajas y cooperativas de crédito. El Banco de España actualizó ayer unos datos que no son otra cosa que los de la miseria. Es pobre quien nada tiene, pero ¿cómo llamar al que mucho debe? Conducimos el coche de una caja de ahorros (urge aquí un cambio de denominación social), vivimos en el piso del banco, viajamos en vacaciones pero quien disfruta, y con intereses, es la sucursal y estudiamos, pero nuestros libros no dicen nada de que el rédito pertenece ya al pasivo del banco. Deudas que nos instalan en la certeza de que nuestra vida ya no es nuestra y pertenece a otros y nuestra alma fue vendida en su día al mismísimo diablo, el mejor postor…
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Entrevista de trabajo en Ikea:
"Monte una silla y siéntese" |
Pero en realidad, tras la que ha caído y lo que se esconde bajo la punta del iceberg, ¿no deberían ser ellos, que provocaron esta crisis sin precedentes convirtiendo los sueños en bonos basura, los que están en deuda con nosotros? Bajadas salariales, despidos, recorte de un gasto público que financia los servicios elementales, reforma (como eufemismo de recorte) de las pensiones… Haciendo cuentas, la banca pierde pero, como siempre, la historia la cuentan los vencedores.
El último reclamo publicitario de una conocida multinacional sueca reza:
No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita. Esa frase devuelve la confianza de que un mundo mejor, no más rico en términos económicos pero sí más feliz, es posible. Y es que el diablo no descansa y, al final del día, acabamos con el carro lleno de básicos y preguntándonos cómo hemos podido vivir hasta ahora sin ese candelabro esmaltado…