La morosidad en la banca vuelve en España a los niveles máximos de hace 14 años, y eso pese al sacrificio llevado a cabo por nuestras entidades (de las más saneadas de Europa) cerrando grifos y desahuciando a quienes no pueden pagar las abusivas hipotecas que tan inconscientemente se pidieron y tan alegremente se concedieron. Con un índice de desempleo del 20%, cada vez son menos los que pueden asumir los excesos del pasado. Pero no hay que perder el norte. Lo que se dibuja como un drama de la banca, lo es en realidad de los ciudadanos. De aquí y de allí, que la miseria no conoce fronteras.
Muchos de los que un día dejaron atrás parte de sí y salieron en busca de un mundo más justo encuentran ahora en este país de sombras oblicuas poco más que desesperación. El espejismo de una vida más próspera se desvanece con la misma rapidez que estalla en el aire una burbuja vacía al contacto con la realidad.
“Pues que se vayan, no los necesitamos” es la letra del hilo musical de aeropuertos y estaciones de tren con rutas internacionales. Pero sí los necesitamos, y mucho. España tiene ahora unos ocho millones de pensionistas. En 2025, está previsto que lleguen a 15 millones, algo que hará insostenible el actual sistema de pensiones y el estado del bienestar a la noruega que nos dijeron que era posible. A eso hay que añadir que el consumo sanitario se disparará, dado que nuestros futuros pensionistas no tienen en agenda ni morirse en cuanto se jubilen ni irse a vivir a un entorno inasequible a sus bolsillos.
La solución pasa porque el número de trabajadores, con sus correspondientes contribuciones a la Seguridad Social, crezca en unos siete millones de personas, calculan los expertos. Pero si el país sigue tan estéril en procreación como en ideas, 4,5 millones deberán venir de fuera porque aquí el susto financiero ha vueto a bajar la tasa de natalidad a 1,07 niños por cada cien habitantes. Así que no sólo son necesarios, sino que forman parte de nuestro futuro y nuestros deberes para los próximos años es garantizárselo también a ellos. Lo llaman multiculturalidad y va más allá de los bailes regionales.
65 y coleando
Hace 4 años