En ocasiones, los silencios dicen más que las palabras. Son, por ejemplo, la estrategia de Rajoy para eludir responsabilidades, ya sea sobre la crisis o sobre las vilezas verbales del alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, esbirro fiel de una de las plazas fuertes del PP. Cuando se está en tierras pantanosas, mejor no moverse ni hablar siquiera para no salpicarse de los fangos de otros. Aunque éste es sólo un mal menor, dado que los morritos de esta rancia oposición suelen proferir propuestas económicas y políticas deshonestas, sospechosas de lesa humanidad. Rajoy calla, y otorga, porque no se sabe la lección desde el momento en que debería oponerse a no se sabe bien qué. ¿A una política que es la que él ejecutaría también de haber estado en el Gobierno? ¿A unos exabruptos que no son otros que los que proferirían muchos de los suyos?
El alcalde de Valladolid es la punta del iceberg. Sólo la patita que asoma de vez en cuando esta oposición camuflada de europea y con escudo de águila. Debajo, sonaban las risotadas del auditorio cómplice y, más abajo todavía, gargajos. Si el mensaje de León de la Riva iba en botijo sucio de mugre y con agua estancada, el de Eduard Punset en el I Congreso de Mentes Brillantes, celebrado en Málaga, iba en delicada vasija de cristal: “Cuando quiero decirle a una mujer que es guapa le digo que sus niveles de fluctuaciones asimétricas son inferiores a la media”. En este encuentro, sólo apto para bolsillos también brillantes, un médico, Mario Alonso Puig, dio con la respuesta a tan dispar ecuación: “Genio se nace y a imbécil se llega... Pero, ¿qué hay entre medio? El sistema educativo”. Al final va a ser eso…
65 y coleando
Hace 4 años