Francia aborda hoy la sexta jornada de huelga, cada vez más feroz, desesperada y con más adeptos, contra la reforma de las pensiones. El objetivo se centra donde más duele: dejar la economía sin fuelle y paralizar el engranaje de la apisonadora que aplasta un estado del bienestar oxidado por falta de mantenimiento. Frente a frente: Sarkozy, que es fuerte y lo sabe. Tiene motivos. No hace mucho lo demostró a la todopoderosa Comisión Europea, ganándose el respaldo de los Veintisiete a la aparatosa y desafortunada expulsión de gitanos y, de paso, dejando malparada la credibilidad de sus oponentes.
La reforma francesa tiene previsto aprobarse mañana o el jueves. “¿Cuándo construyó Noé su arca? Antes del diluvio…” Aquí, en el piso de abajo, la protesta se hizo tres meses después, ya con el agua al cuello y ahogados en esos sentimientos tan patrios del fatalismo, el individualismo, el conformismo y el resentimiento. Pero qué esperar cuando la prohibición de los toros en Cataluña generó más debate y derramó más tinta y mala uva que la comedida huelga del 29-S que, de tan tibia, aburrió tanto a las ovejas que amenazó, durante unos días, con paralizar la producción de queso.
65 y coleando
Hace 4 años