Me dirijo a tí desde el mundo real en calidad de marinera en tierra. He oído hablar de tu espíritu de héroe de aventuras románticas, que sé que sigue vivo, por eso apelo a tu alma pirata, a tu valor y a tu incansable búsqueda de la justicia esté donde esté.
Vivo en la España por la que batallaste en las Brigadas Internacionales. Aquello por lo que luchaste se ha perdido, igual nunca existió. La fina pátina de utopía que la cubría se ha desgastado y hace ya un tiempo que empieza a verse la herrumbre, el desgaste inexorable de la materia por el paso de los años. Pero eso no achica mi ánimo. Ha sido la última de las tropelías cometidas la que me anima a escribirte.
Los piratas han arriado su bandera y han amarrado sus barcos en nuestras costas para quedarse. Han ocupado las más altas esferas del poder. Nos atacan diariamente con desinformación y globos sonda, armas para tí desconocidas en tu universo de honor y de pillos bucaneros. Pero esto, que en tu época habría sido un juego de niños, a nosotros, hoy marineros en tierra, nos aliena y destruye.
Ahora, en lugar de destinar parte de los doblones de sus arcas a acabar con el fraude y el dinero negro de los tecnopiratas de tierra, han anunciado que sería bueno volver a subir los impuestos a la diezmada población para homologarnos con el resto del continente. La ciencia ha avanzado mucho mientras has estado ausente, pero aún no han conseguido dar con la respuesta a la ecuación planteada en estas tierras
Viva con 1.000 euros/mes (o menos). La estivalidad, festividad y alevosía de la reflexión de los tecnopiratas convierte el anuncio en un globo sonda que, como buitre hambriento, sobrevuela la carroña. Con frecuencia, los globos sonda comparten el cielo con gaviotas y loros de algún viejo bucanero varado. Todavía recuerdan la ley del mar y los explotan a picotazos.
Pero no es suficiente. Corto Maltés, la injusticia ha vuelto y tú debes volver también. Las redes sociales te ayudarán en tu propósito. Ya te explicaré cómo funcionan. Sálvanos, Corto Maltés, porque si no lo haces tú, no lo hará nadie. Nunca te olvida,
Mary