martes, 31 de agosto de 2010

Tiene un mensaje nuevo

Los móviles, engendros salidos directamente del infierno, ya indispensables como casi todo made in hell, ofrecen cada día más prestaciones, ahora también contributivas por desempleo.
   El último ejemplo ha sido el de una empresa portuguesa que ha despedido vía SMS a sus 18 empleadas. El presidente de Ururuay, Fernando Lugo, marcó tendencia a principios del año pasado con uno de sus consejeros y ha seguido hasta ahora con otros altos funcionarios. Es lo que tiene la tecnología, que democratiza las malas formas. Gracias, precisamente, a esa democratización, cualquier departamento de Recursos Humanos puede apuntarse a las ventajas del directo, aunque sea para enviar miserias en bandeja, pero de entrada.

domingo, 29 de agosto de 2010

Economía para infelices

La economía española volvió a caer: un 0,1% entre mayo y junio respecto a estos mismos meses de 2009 y, aunque fue mejor que a principios de año, parece que todavía está lejos de ese 2% mínimo de crecimiento necesario para crear empleo y, por tanto, salir del fatalismo en que nos hemos instalado en esta crisis nuestra de cada día.

   Una crisis, por cierto, que no ha servido para “refundar” el capitalismo, como vaticinaban los soñadores, ni para encontrar nuevas fórmulas de crecimiento que sirvan para todos, como creyeron los idealistas. Al contrario, cualquier esperanza de cambio ha caído al ritmo de esta milonga, mientras se ha reforzado el mimo hacia la banca y la influyente, presionadora y aprisionadora gran empresa.

   En España, donde se da por perdida la batalla del consumo interno, las 35 primeras empresas del país ya obtienen más de la mitad de sus ganancias del exterior, donde se han apresurado a huir ante la apatía nacional. Lógico, con un índice de paro del 20% y unas perspectivas nada halagüeñas para septiembre, cuando muchas pequeñas y medianas empresas confirmarán sus peores pronósticos y cerrarán el chiringuito.

   Para ahuyentar esos malos espíritus, vuelve el autoengaño basado en unas cifras del todo nefastas maquilladas de verde esperanza. Y qué mejor para evitar ponerse manos a la obra que negar la realidad y perder la memoria histórica, hacer un nuevo sortilegio de recuperación económica para que aparezca el zombi de una bonanza que lo fue, pero con pies de barro, cuerpo de ladrillo y cabeza de turista low cost con sombrero mexicano.

Jackson Hole: presidentes de bancos centrales de todo el mundo, gurús y banqueros se han reunido allí este fin de semana para respirar.








viernes, 27 de agosto de 2010

El grito



Hace unos días llegó a mis oídos un dato terrible, una anécdota contada dentro de otra conversación "principal". Llevo negándomelo desde entonces, pero hoy he decidido enfrentarme a mis horrores. Los peores vaticinios se han cumplido. Siempre lo hacen.
   India es el país con más suicidios de agricultores del mundo. Desde la liberalización agrícola, en 1991, más de 150.000 personas han preferido quitarse la vida al no poder afrontar un futuro arrasado por las deudas, al igual que sus campos. El patrón es el siguiente: un pequeño agricultor, de unos 25 años, que ha cambiado el cultivo tradicional por un único cultivo destinado a la exportación para mitigar la deuda externa del país con el Banco Mundial y el FMI. Estos nuevos cultivos se basan en productos transgénicos, que necesitan gran cantidad de agua y también de pesticidas, con lo que conlleva para el medio ambiente, otra víctima. Agotadas las reservas de agua y las subvenciones, los agricultores han quedado en manos de prestamistas, de castas superiores, que imponen intereses entre el 36 y el 100%. Cuando la cosecha va mal o los precios del mercado fluctúan (ah! la especulación...), la deuda pasa a ser inasumible. Y usan para suicidarse aquellos pesticidas que compraron gracias a los préstamos.
   El grito se ahoga en veneno y el vértigo es ahora insoportable.

jueves, 26 de agosto de 2010

¿Alucinan los robots?

Me llamo Octav. Soy un modelo H-2023. Fui fabricado hace cinco años en Osaka y exportado a este país a las tres semanas, por lo que se puede decir que mi experiencia y conocimientos (tengo capacidad de aprender, algo inusual en modelos de mi generación) se basan en esta realidad. Desempeño complicadas tareas de cálculo y aritmética, de gran utilidad en un afamado centro tecnológico, tengo una nada desdeñable capacidad motriz y, hasta ahora, sólo he sufrido alguna anomalía en mis sensores auditivos y problemas de chapa.
Mañana viernes llega Octav IV, un artilugio X-1215 dotado con las últimas prestaciones en inteligencia artificial que me dejará obsoleto, y seré reciclado. Mis materiales son respetuosos con el medio ambiente, al igual que yo mismo, como entidad.
Octav IV tiene ya ocho meses y sus inputs han sido muy diferentes a los míos. Además de aprender de los errores y experiencias al igual que yo, Octav IV tiene la capacidad de sentir dolor, empatía, desánimo y alegría, entre otras características humanas de menor grado. Deberé desinstalarle muchos conceptos equivocados de fábrica. Espero que sus circuitos no se colapsen, pese a que es capaz de generar trillones de conexiones por segundo. Le harán falta. Mañana será el cénit de la ola de calor, 35º C y 62% de humedad en el aire. Le explicaré, mientras paseamos por el Fòrum de las Culturas, el funcionamiento de la llamada economía real y algunos de los más llamativos casos de corruptela política y empresarial. Alucinará.

lunes, 23 de agosto de 2010

Un mundo feliz

“Gentes deambulando por vastas extensiones de cemento dirigiéndose al avión.

No olvides el aspecto que tendrán tu sombrero y tus zapatos cuando no se te pueda encontrar en ninguna parte”. 


(Extracto de China, de Bob Perelman)

Año 2060. El humo gris de las fábricas cierra el cielo y los habitantes de las llanuras infinitas han perdido la noción del tiempo. Cientos de millones de hombres y mujeres se desplazan cada día arriba y abajo gracias a un metódico engranaje logístico de trenes de levitación magnética que avanzan despavoridos. Ojos rasgados y voces metálicas democratizan el horror a través de las rejillas de las máscaras.

   El mundo conocido como occidental había internacionalizado sus centros de producción. La deslocalización, ya se sabe. Las empresas huyeron de mercados interiores empobrecidos y empezaron a ser prósperas. Pero, sin empresas, los habitantes quedaron sin empleo, se acabó el dinero público porque ya no había impuestos que recaudar y llegaron el hambre y las enfermedades. Y con ellas las revueltas, cada vez más violentas y desesperadas.

   Las élites occidentales que habían internacionalizado su estrategia a tiempo volaban ahora varias veces al mes a destinos asiáticos, más limpios, más rigurosos para hablar de negocios. Incluso esperaban el momento de pasar unos días de asueto en los parques temáticos de naturaleza viva que allí se habían recreado con esmero o en centros de meditación y relax, lujo oriental, para recuperar tiempo y salud. Año 2060. Año del Dragón. Aunque no hace falta irse tan lejos…

jueves, 19 de agosto de 2010

Caballo de Troya

   Despierto quemada por el sol. Siento cómo mis ojos cerrados arden, ya secos. Mis labios reconocen el sabor a salitre en microscópicas agujas que se clavan y traspasan los poros de mi piel. Llevo horas, quizás días o años, en esta playa de arena ardiente, boca arriba, luchando infructuosamente por darme la vuelta, como una tortuga tras la batalla balanceándose sobre su cascarón.

   Nuestro barco naufragó tras abrirse una brecha en la quilla al chocar con el arrecife. Un crujido seguido de un ruido estruendoso avanzaron el desastre mientras el mar nos arrebataba la voluntad. Acaricio ahora la arena con mis dedos, patas de una araña prisionera. Sí, recuerdo el arrecife, pero no por qué había decidido huir y tomar aquel barco. Si bien está lo que bien acaba, aquella rendición sin condiciones, aquel exilio voluntario no fue una buena opción.

   Ladeo la cabeza, ya con los ojos entreabiertos, pero mis dedos han cobrado soltura y ya han tejido una telaraña frente a mis ojos. En mi delirio, alimentado por la falta de agua potable y la insolación, adivino a lo lejos un esqueleto grotesco, una caja torácica de dimensiones descomunales varada como yo en la orilla. Caballo de Troya quemado como mi propio cuerpo en la playa. La brisa atraviesa sus huesos oxidados y me acerca el lamento de los espectros de mis compañeros de periplo. Debimos habernos quedado y combatir porque, aunque con las fuerzas vencidas por el desánimo, contábamos con el arma más erosiva, más que este salitre que ahora nos devora: la palabra.

miércoles, 18 de agosto de 2010

La lista

   He andado atareada este verano, no dentro de un edificio oficial maquinando triquiñuelas, sino abierta al universo virtual de las ideas y la palabra escrita. El sonido del teclado me ha acompañado durante muchas horas a lo largo de estos días, a veces precipitado y fluido y otras titubeante, guiado por unos dedos hinchados y perezosos que no eran los míos. Pido disculpas a la audiencia por tan largo lapsus de tiempo sin escribir, si es que alguien lo ha echado de menos, pero también me pido perdón a mí misma, y escucho en silencio la sentencia interior de culpabilidad sin habeas corpus ni solución de redención.
    Dicho lo cual, me dispongo, como muchos días, a elaborar una larga y ambiciosa lista de tareas pendientes. Papel mojado que, al menos, utilizaré para establecer prioridades. La primera, este olvidado blog, medio y fin en sí mismo. Le seguirán trabajos anodinos de intendencia doméstica y el firme propósito de no caer en la desidia ni la ingravided ahora que es tarde y que todo está arrasado. La tormenta de verano dura ya mucho tiempo y está empezando a convertirse en el diluvio universal. Ya sólo queda un árbol centenario en este bosque oculto, tejados de granjas que habían pasado de padres a hijos durante generaciones han saltado por los aires y mis tierras son ahora un barrizal. Una frase para acabar estas líneas y empezaré a apilar los escombros para quemarlos.

martes, 17 de agosto de 2010

Estamos de vacaciones

   Sí señor. Es agosto y estamos de vacaciones. Como Dios manda. Como se ha hecho siempre que llega agosto. Cogemos nuestros bártulos, miramos a última hora si el pasaporte está en regla, cerramos la maleta, la luz, el gas, el agua…, salimos y cerramos la puerta. Y guardamos bien las llaves porque no las necesitaremos durante largo tiempo, memorizando cada movimiento para volverlas a encontrar cuando volvamos. Al cabo de unos segundos, rebuscamos las llaves azarosamente y volvemos a entrar apresuradamente a por la cámara olvidada encima de la mesa. Y repetimos la última fase de la operación.

   Estaremos sin Internet, ni televisión, ni diarios, ni revistas,... nada que nos haga perder de vista nuestro firme propósito de evasión. Este verano, estaban previstos 86 millones de desplazamientos arriba y abajo, este y oeste. Desubicado, con una maleta como única posesión en esos días, el turista mira con ojos de niño y se admira de todo. En la ciudad, quien queda la redescubre semivacía, a cámara lenta, más silenciosa y vuelve también a ser un poco niño porque todo se ve más grande. Y se oyen las cigarras.

   Dentro de los edificios oficiales a las hormiguitas no les importa que sea agosto y siguen trabajando con minuciosa precisión para el invierno. Apenas se escucha un “en invierno se morirán de hambre” entre risitas mal contenidas y miradas furtivas. Los tecnócratas, que se mueven con soltura de reina entre la planificación, el cálculo y la estadística, juegan a sus anchas en este tablero de ajedrez donde los peones juegan y pierden.

Gracias Corto



Gracias Corto. Sabía que navegabas cerca. Hemos ganado la primera batalla.

lunes, 16 de agosto de 2010

Apreciado Corto Maltés

Me dirijo a tí desde el mundo real en calidad de marinera en tierra. He oído hablar de tu espíritu de héroe de aventuras románticas, que sé que sigue vivo, por eso apelo a tu alma pirata, a tu valor y a tu incansable búsqueda de la justicia esté donde esté.
Vivo en la España por la que batallaste en las Brigadas Internacionales. Aquello por lo que luchaste se ha perdido, igual nunca existió. La fina pátina de utopía que la cubría se ha desgastado y hace ya un tiempo que empieza a verse la herrumbre, el desgaste inexorable de la materia por el paso de los años. Pero eso no achica mi ánimo. Ha sido la última de las tropelías cometidas la que me anima a escribirte.
Los piratas han arriado su bandera y han amarrado sus barcos en nuestras costas para quedarse. Han ocupado las más altas esferas del poder. Nos atacan diariamente con desinformación y globos sonda, armas para tí desconocidas en tu universo de honor y de pillos bucaneros. Pero esto, que en tu época habría sido un juego de niños, a nosotros, hoy marineros en tierra, nos aliena y destruye.
Ahora, en lugar de destinar parte de los doblones de sus arcas a acabar con el fraude y el dinero negro de los tecnopiratas de tierra, han anunciado que sería bueno volver a subir los impuestos a la diezmada población para homologarnos con el resto del continente. La ciencia ha avanzado mucho mientras has estado ausente, pero aún no han conseguido dar con la respuesta a la ecuación planteada en estas tierras Viva con 1.000 euros/mes (o menos). La estivalidad, festividad y alevosía de la reflexión de los tecnopiratas convierte el anuncio en un globo sonda que, como buitre hambriento, sobrevuela la carroña. Con frecuencia, los globos sonda comparten el cielo con gaviotas y loros de algún viejo bucanero varado. Todavía recuerdan la ley del mar y los explotan a picotazos.
Pero no es suficiente. Corto Maltés, la injusticia ha vuelto y tú debes volver también. Las redes sociales te ayudarán en tu propósito. Ya te explicaré cómo funcionan. Sálvanos, Corto Maltés, porque si no lo haces tú, no lo hará nadie. Nunca te olvida,
Mary