viernes, 3 de septiembre de 2010

Sin Dios



En este país de las sombras, tierra yerma donde nada crece y cualquier atisbo de vida se abrasa bajo el sol, la noticia se extendió como un desgarro sobre una tela vieja. Tal fue su fuerza, que resquebrajó sus confines y el eco devolvió el grito más clamoroso todavía. Dios no existe, no existe, no existe…  El anuncio rompió las barreras de seguridad del puesto de mando que rige los destinos en el país de las sombras. Rebotó en mesas, en suelos y en paredes insonorizadas y las alarmas se unieron al ruido metálico.
   Dios mantenía el orden de las cosas. Antes de Él, la humanidad había vivido en armonía con esa naturaleza indómita a la que rendía admiración y cuidado extremo. Ella, madre protectora, dio cobijo en sus cuevas cuando llovió y abrigo cuando hizo frío. 
   Cubiertas las necesidades básicas, la humanidad se llenó de complejidades y complejos y las almas empezaron a sufrir buscando un sentido a su existencia. Nació así la idea de un Ente sobrenatural por encima del bien y del mal que, en un alarde de egocentrismo, resultó que había creado al ser humano a su imagen y semejanza. Instalado en este pedestal, el hombre se sintió superior al resto de lo creado y subyugó a la naturaleza, cortando sus árboles, matando sus fieras y abriendo sus entrañas en busca de riquezas. Dios, padre benévolo, perdonaba abriendo las puertas de un cielo ideal o castigaba al fuego eterno en crueldad ilimitada, al tiempo que escribía los destinos de cada criatura.
   Ahora, en el país de las sombras, libre de sus cadenas, huérfano y vulnerable como le hizo aquel Dios, el hombre deberá recuperar su conciencia atrofiada por siglos de divino perdón. Urge ejercitarla para que impulse la flacidez de pensamiento y obra en que se asentó durante miles de años. Para iniciar el movimiento, antes habrá que calentar y remover bien esas conciencias.

6 comentarios:

  1. Tema potente el que pones hoy sobre la mesa, Carmenchu. Pienso que los creyentes a ultranza se limitarán a pensar que el científico está loco y que posiblemente es mala persona. Los no creyentes nos sentimos aliviados al ver como cada vez se van dando pasos que justifican nuestra forma de entender la vida. En fin, como tu dices, ese algo superior que castiga y perdona indiscriminadamente no nos gusta a la mayoría. Además si nos ha hecho a su imagen y semejanza pues aún me da más pavor, alguien supeior con nuestra imagen..........

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  2. Sí, algo así como el "Miguelín" de la Coixet ¿no? Yo también me siento aliviada, porque ya no soy yo quien lo digo, que soy de letras y no tengo credibilidad en estos temas, sino alguien con bastante más "caché" que yo...

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  3. Sí. Un ejercicio que propongo: Abrir bien los ojos, averiguar qué te importa, valorar qué te proporciona felicidad, amar la vida, esforzarse por hacerla placentera y libre. El resultado será perder el miedo a ser el Dios de tu propia existencia. Venga y uno, dos, tres...

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  4. Buen ejercicio ELISA, eso es lo realmente importante, en el blog de Maruja han puesto un video de una poesia de Mary Schmich, "Usa protección solar"..muy bueno, la mejor forma de ver la vida y disfrutarla

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  5. Pero, bellas damas, ¿Dios existe?. ¿Alguien tiene una demostración empírica de que creó el mundo y a los humanos?. ¿Quién se cree que la mujer surgió de la costilla de aquel Adán?. Y aún más chungo, ¿qué ente creó a Dios en su forma antropomórfica?. ¿Porqué no nos quedamos con la teoria del Big Bang que parece más creíble?. Además, el encomendarse a un ser superior nunca ha funcionado y sino que se lo digan a los judíos en la época nazi o a los trabajadores de la Torres Gemelas o alguien duda que gran parte de estas personas rezó al omnipresente "Dios" para ser salvado. Saludos.

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  6. Si no existe Dios, que harán sus representantes en la Tierra? al paro? o ¿volverá un periodo inquisitorio para los científicos, de descrédito o de, simplemente, "a la hoguera" ?

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